viernes, 30 de enero de 2015

Colibrí - II

Hola a todos *-* (eco... eco...) XD lamento tanto demorar en subir fics, mi vida no es la misma e_e muchas cosas están cambiando y escribir ya no es tan fácil u_u pero en fin, es algo placentero siempre. Este Oneshot nació casi de la nada, no me costó mucho escribirlo, espero les guste, el final es un tanto abierto, pero dudo que tenga continuación. El hermoso Banner es gracias a Shirley *.*~ muy talentosa<3 *w* le quedó bello!! Creo que la explotaré XD en fin, espero les guste n_n~ 
Resumen: 
"Han pasado dos años luego de declararse su amor.
—Yo… —suspiró—. Siento más que solo aves volar dentro de mí… —Tom pestañeó varias veces tratando de entenderlo—. Siento fuego… "

Autora: Pink Girl
Clasificación:  +18
Advertencias: Incesto, Shota.
Género: Romántico, Universo Alterno, Drama,
Pareja principal: Bill - Tom.
Capítulo segundo de un Two Shot.
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece, solo la trama.
Nota de la autora: Imaginé la continuación y esto fue lo que salió.


Tom siempre había amado a Bill, amaba cada uno de sus detalles, la sensibilidad que tenía por la naturaleza, la pasión que tenía por cuidar de las aves.
Habían pasado ya dos años desde la primera vez que habían criado juntos un pequeño colibrí y luego éste fue libre, Bill se había deprimido, pero Tom le había ayudado a superar ese problema… y luego de mostrarle al colibrí libre y que Bill se emocionara, Tom lo besó y confesó sus sentimientos. Aquella vez fue el inicio de todo.
El amor vibraba en su corazón como el frágil aleteo de un colibrí.
Tom, con ahora dieciséis años, tomaba con mucha madurez y cautela la relación que tenía con su hermano, sabía que sería muy mal visto si la gente se enterara, pero siempre se decía a si mismo que más era las veces que se portaba como su hermano que como otra cosa. Casi ni lo tocaba para no sobrepasarse, para que no se volviera una relación solo en base a eso, no, para Tom estaba claro que quería a Bill más allá de cualquier otro deseo vano o superficial.
Para Bill las cosas eran mucho más simples, solo confiaba mucho en Tom, sabía que ambos compartían algo especial, pero no solía ver la gravedad del asunto. Aunque últimamente, desde que tuvo catorce años, las cosas comenzaron a hacerse más claras para él y comenzó a cuestionarse muchas cosas.
El amor se sentía como el revoloteo de avecitas en su estómago, mientras sea así, sabía que podía manejarlo, pero no sabía hasta cuando… ese aleteo de avecitas en su interior, muchas veces crecía a tal punto de sentir como si se tratara de fuego, y eso le asustaba, saber que sus sentimientos podían desbordarse…
Aun compartían la habitación. Cada quien tenía su cama y estaban divididas por una mesita donde solía haber una jaulita o cajita con alguna avecita que caía en el jardín, en la primavera se llenaban de compañeros emplumados y eso entretenía a ambos, pero más aún a Bill.
Tom había construido en el jardín de su casa, un bonito lugar para que pasaran las aves. Había una pileta en el centro y muchas casitas en los árboles, Bill solía tener un cuaderno de registro para tener un control de las avecitas, solía sentarse en su jardín y pasar lista, especie por especie para buscar su alimentación y dársela.
Sus padres estaban un poco molestos por la casi obsesión de su hijo menor con respecto a las aves, pero esperaban que se le pasara mientras creciera. Tom era el único que lo apoyaba y sabía que Bill siempre amaría las aves, no era una simple etapa de su vida como solían creer los demás.
Tom llegó a casa antes que Bill, tenían horarios distintos de estudio, así que al llegar, subió a su habitación y puso la mochila en su cama para abrirla y así sacar una pequeña casita hecha de madera, con el techo pintado, hasta tenía un adorno al costado de macetitas con flores de fantasía, estaba muy finamente decorada y tenía dos agujeros como puertas al nido.
Hace una semana, Bill la había visto por Internet en una página que solía vender artículos para las aves y se había enternecido con la casita, pero con lo cara que era para ellos, dos estudiantes, solo quedó en el deseo de tenerla, incluso la dibujó para ver si la podía mandar a hacer y así le saliera más barata.
Tom se la había conseguido luego de endeudarse con unos amigos y es que amaba ver sus reacciones de emoción, así que la puso en la mesita que separaba las dos camas. Bill no tardaría en llegar y de seguro le gustaría el pequeño, pero significativo, presente.
Bill llegó a casa, algo cansado y fastidiado, tenía mucha tarea, pero siempre al llegar era un alivio, estar en casa era lo mejor no solo por la comida, sus cosas y familia, sino por Tom, le gustaba pasar momentos con su hermano y ansiaba, más que otros años, estar a solas con Tom, aunque sabía que quizá eso sería complicado… tampoco quería causar problemas por el sentimiento de amor que le tenía.
Subió a su habitación para dejar su mochila y mojarse la cara para bajar a almorzar. Se detuvo cerca de su cama cuando notó algo que le llamó la atención puesto sobre la mesita de noche que compartía con Tom.  Sus ojos se iluminaron por la emoción al recordar la casita que vio en el Internet y lo mucho que había deseado tener una para colgarla en alguno de sus árboles y ver qué ave decidiría hacer su nido ahí. Sonrió aún más al percatarse que solo a Tom se le hubiera ocurrido y ese concepto hizo latir más su corazón.
—Tom… —suspiró emocionado y dejó la casita donde la encontró para ir a buscarlo.
Bajó al comedor y no lo halló, solo a su madre quien ponía la mesa. —¡Bill, a comer!
—¡Ya va! ¿Sabes dónde está Tom?
—En el jardín y… —Bill ni la dejó terminar de hablar, corrió hacia el jardín trasero donde tenía la pileta de agua para las aves y las muchas casitas. Ahí lo vio, dándole la espalda, mirando hacia uno de sus árboles preferidos, grueso y frondoso donde habían algunas casitas habitadas por diferentes avecitas.  Se acercó sigiloso, pero Tom pudo oírlo y volteó a verlo.
—¡Tomi! —Corrió hacia Tom y lo abrazó fuerte, Tom solo pudo reír emocionado, sabía por qué reaccionaba así. Abrazó a Bill por la cintura y éste lo vio a los ojos—. Te pasaste.
—Sabía que te gustaría —dijo con una amplia sonrisa de hermano orgulloso. Y luego Bill miró hacia atrás, hacia la amplia ventana de la cocina.
Desde ahí Simone observaba la escena, no era la primera vez que pasaba frente a sus narices, Bill abrazaba a Tom o viceversa, se miraban con complicidad y se daban regalos, ella había visto varias veces eso y lejos de parecerle enternecedor, siempre le ocasionaba un sentimiento confuso de angustia y se lamentaba por ser mal pensada. Esta vez vio cómo Bill abrazaba a Tom y éste le sonreía, pero seguido, vio como Bill miraba hacia la ventana y trataba de guardar compostura. Simone achinó los ojos al notar su especie de desesperación,  mirando a ambos lados, jaló a Tom hacia uno de los árboles gruesos, lejos de su vista y Simone se angustió otra vez, pero evitaba pensar en otro sentido, aunque de todas formas hablaría con su esposo sobre la idea de separarlos de cuarto, Tom ya tenía dieciséis años y parecía que Bill, con sus catorce, no le dejaba vivir su edad… Tom siempre se interesaba en sobremanera por cumplir los caprichos de Bill.
Bill sonrió nervioso cuando jaló a Tom hacia detrás del árbol grueso y se lamió los labios, insinuando a Tom lo que quería. Éste solo soltó una risa y llevó una de sus manos hacia el mentón de Bill, alzándolo un poco y le dio un suave pequeño beso en los labios. Bill abrió los ojos, comenzando a suspirar mucho y seguido, se colgó del cuello de Tom para besarle con más ganas. Últimamente eso pasaba y Tom por lo general trataba de frenarlo. Cogió sus manos y las apartó con cuidado.
—Bill… —susurró cerca de sus labios y Bill se los volvió a lamer con desesperación.
—Bésame, bésame… —gimió y luego volvió a besarlo, esta vez sintiendo más humedad en sus bocas. Sus mejillas se colorearon más y Tom terminó con la espalda apoyada en el árbol y Bill se empinaba para llegar más a su boca, con mucha desesperación. Bill gimió cuando Tom introdujo su lengua en su boca y luego de eso, Tom tuvo que separarlo a la fuerza.
Los labios de Bill temblaban, su miraba indicaba lo excitado que estaba así como su respiración, su frente sudada y su sonrojo. —Lo siento —dijo Tom sabiendo que fue su culpa.
—Lo siento yo… —dijo avergonzado sabiendo que era su culpa en realidad. Sus acciones eran desbordantes y precipitadas en las últimas semanas—. Siento que… —se señaló el vientre—. Vuelan muchos sentimientos dentro de mí.
—Lo sé, y te entiendo, Bill. —Acarició su mejilla y lo miró a los ojos—. Te amo. —Bill sonrió emocionado.
—Te amo también.
—Debemos entrar o mamá… quizá mamá sospeche y…
—Lo sé —bajó la cabeza—. Siempre será así, ¿verdad? —Tom se sintió culpable otra vez.
—Sí. Lo lamento.
*
Mientras comían, Simone permaneció callada por mucho tiempo, por más que sus hijos trataban de animarla, ella evitaba verlos a los ojos y hablarles. Sus hijos podían notarlo y esa misma noche pasó algo que ninguno de ellos se lo esperaba.
Estaban en la habitación, terminando de hacer la tarea y su papá había llegado del trabajo. Estuvo algunos minutos hablando con su mamá abajo y luego subió, invadiendo la privacidad de ambos jovencitos, entró y se sentó en la cama de Bill.
—Les tengo una buena noticia —dijo con una sonrisa, Bill y Tom se sentaron a su frente y lo miraron con curiosidad—. Estuve hablando con su madre y llegamos a la conclusión que merecen un poco más de independencia…
—¿Independencia? —preguntó Bill extrañado, poniendo una mueca de desaprobación.
—Sí hijo, verás, Tom tiene dieciséis años, estoy seguro que quiere un poco más de privacidad —le giñó un ojo a Tom quien estaba sorprendido—. Habilitaremos una habitación para él, ya no habrá más biblioteca, adecuaré un ambiente para los estantes de libros y desocuparemos ese lugar para adecuar una habitación para Tom. —Jörg, padre de Bill y Tom, hablaba muy entusiasmado, pensando que sus hijos se le irían a colgar del cuello y agradecerían al fin separarlos, pero lejos de eso, ninguno de ellos estaba contento.
—Nadie me consultó —dijo Tom un poco fastidiado.
—Lo sé —dijo Jörg—. Pero creemos que es lo mejor, para ti y para ambos. —Sonrió otra vez.
—¡No quiero! —dijo Bill poniéndose en pie.
—Bill… —reclamó Tom, tratando que se calmara.
—Hijo, siéntate —ordenó Jörg enérgico y luego miró a Tom—. Tom es mayor, tiene derecho a tener privacidad, hemos estado viendo que tú invades mucho su espacio —reclamó Jörg mirando luego a Bill quien se volvió a sentar, pero abrió la boca de indignación—. Con tu obsesión por las aves no dejas que tu hermano busque sus propios intereses, date cuenta.
—Qué… —dijo con una voz aguda, se sentía ofendido y Tom pudo darse cuenta, miró a su papá serio, con el ceño fruncido.
—Papá, no es así —defendió Tom.
—Hemos estado observando algunas cosas que no son correctas, Tom, esto va para los dos, están creciendo y como tal, necesitan un poco de independencia y privacidad. He dicho. Mañana temprano bajaremos tu cama y alista tus cosas desde ya.
Cuando su papá se fue, Bill no quería ver a Tom, se encerró en el baño puesto que sintió tantos sentimientos nuevos, ¿cómo así sus padres se confabularon en su contra? Prácticamente le habían insinuado que él lo asfixiaba, que no le dejaba vivir su vida, su edad, su etapa, que no le dejaba tener privacidad e independencia. Otra vez sintió que el problema era él.
—Bill… —llamó Tom tocando la puerta del baño que compartían—. No es para tanto, no me iré de la casa.
—Tú quieres… tú quieres lo que ellos dicen, lo vi en tus ojos, también piensas como ellos. —Tom suspiró resignado, eso en parte era cierto, pero en otra no.
—No es así, también quisiera permanecer contigo, por siempre, Bill; pero… —calló por un momento, no sabiendo cómo explicarle todo lo que estaba pasando en él, el deseo que le tenía, el temor que tenía de cometer alguna cosa incorrecta, no quería hacerle daño a Bill.
—¿Pero qué?
—Abre la puerta.
—No, hasta que me expliques, quisieras permanecer conmigo, pero… dime, sé directo. —Tom suspiró otra vez y golpeó la puerta.
—Las cosas están cambiando, Bill, no quiero que se salga de control… que todo esto que tenemos al final nos termine separando más.
Bill abrió la puerta y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano para luego mirarlo a los ojos. —No creo que eso pase, Tom; aunque confieso que me he sentido culpable de todo esto —bajó la cabeza, sintió vergüenza de explicar a qué se refería. Si Tom hablaba de cambios, sentía que habían muchos en él.
—Tú jamás serás el culpable, Bill, si alguien aquí tiene culpa, soy yo.
—No es verdad… tú siempre fuiste sincero conmigo.
—No debí quizá confesarte mis sentimientos aquella vez… debí guardármelos para siempre.
—No, no Tom, porque si no los decías tú, hubiera sido yo. No tienes la culpa de sentir esto, tampoco yo… solo tengo la culpa de causar problemas. Las cosas están cambiando y lo que menos quiero es perderte… no lo soportaría, Tom. Te amo tanto. —Tom lo jaló hacia él y lo abrazó.
—Sé a qué te refieres con cosas que van cambiando… estamos creciendo Bill y es normal. También te amo y no quiero renunciar a esto, pero debemos ser fuertes y adaptarnos a los cambios. Mejor no dar problemas a papá y a mamá o solo levantaremos sospechas y esto que sentimos, ellos no lo entenderán.
Para Bill había quedado muy en claro eso que Tom le decía, tampoco quería ocasionarle problemas o que por su culpa y capricho terminaran descubriendo su pequeña relación y luego separándolos, era lo que menos quería y asintió ante sus palabras.
—Eso quiere decir que hoy será nuestra última noche juntos —dijo apenado y Tom asintió.
—La última en esta habitación, pero no la última contigo, porque te prometo que estaremos más tiempo juntos en la noche. —Bill le sonrió emocionado y volvió a abrazarlo. Así fue como la tranquilidad regresó a él.
*
Las luces se apagaron y cada uno en sus respectivas camas, trataron de dormir.
—Tom —llamó Bill con algo de duda—. ¿Estás dormido?
—No, dime.
—Bueno… —calló y comenzó a removerse en la cama—. No sé si tú… si tú sientes como muchas aves en el estómago cuando estás conmigo, cuando… cuando me besas.
—Sí —contestó relajado, con los ojos cerrados—. Amo besarte. —Escuchó a Bill emocionarse.
—A mí también, pero… —calló mordiéndose y lamiéndose los labios, pensando en cómo decirlo.
—¿Pasa algo?
—Sí, pero no sé cómo decirlo sin sonar tan vulgar —dijo con pequeña voz.
—¿Por qué piensas eso? —Tom se sentó en la cama y trató de verlo en la otra, recostado, sus ojos brillaban por la poca luz que entraba por la ventana.
—Yo… —suspiró—. Siento más que solo aves volar dentro de mí… —Tom pestañeó varias veces tratando de entenderlo—. Siento fuego… —se tapó con las mantas para que Tom no pudiera ver su vergüenza y al fin pudo comprenderlo. La forma en cómo se lo había dicho, le causó gracia y soltó una risita yendo hacia la cama de Bill, sentándose y acariciando su silueta—. No, no… no me toques…
—Está bien —quitó sus manos de sobre él y suspiró—. No creas que eres el único que siente eso, Bill, te dije, somos dos en esto, no te sientas solo. —Bill se destapó y buscó su mirada.
—Quisiera no sentirlo, ¿sabes? Cuando tenía doce años todo era un poco más fácil… no buscaba… no buscaba sentirte. —Tom acarició su rostro y sonrió. Lo entendía, él había pasado por eso exactamente cuando tuvo catorce y tenía que alejarse un poco de Bill cada vez que se quitaba la ropa, cada vez que lucía provocador porque sentía que perdería el control. Siempre supo respetarlo y esta vez tampoco era la excepción.
—Estamos creciendo, es completamente normal esto que nos está pasando.
—Pero a veces… —se levantó y se sentó a su lado; Tom pudo notar sus pequeños temblores y acarició su brazo, sintiendo el rechazo de Bill—. A veces esto es difícil de controlar… —Vio a Tom y la respiración se le agitó, se mordió los labios, se los lamió una y otra vez y luego simplemente se lanzó sobre Tom besándolo con desesperación.
Tom se removió y terminó sobre la cama de Bill con él en su encima, besándolo y moviéndose cada vez más rápido sobre su cintura, a ahorcadillas sobre él. Nunca había pensado que su hermano pequeño se atrevería a tanto, trató de tener el control de la situación, pero fue vencido por un inquieto Bill.
Bill sabía lo que estaba haciendo, pero no midió sus actos ni tampoco presintió que Tom perdería el control y que de un brusco movimiento lo bajara de su cuerpo, lo pusiera contra la cama, se posicionara entre sus piernas y comenzara a besar su cuello.
—Te deseo tanto, Bill…
—También yo —apenas dijo con su voz temblorosa, no pensó que Tom tomaría así el control, estaba algo asustado, pero quería confiar.
Tom se desesperó y comenzó a besar y acariciar a Bill con tantas ganas. Era la primera vez que pasaba, sus manos en su vientre y caderas, le quitaron el suave pijama para seguir besando. Bill jadeaba de la excitación y hasta temblaba, pero se dejaba hacer.
Obviamente esa noche no pasó más que besos, pero fue especial para los dos poder sentirse un poco más que antes. Bill terminó sudando y se había corrido por tantos besos que Tom le había dado en todas partes. Estaba bastante avergonzando porque sabía que Tom no había acabado y por haber gemido como nunca antes.
—No te preocupes —susurró Tom, limpiando su plano vientre con la yema de sus dedos—. Creo que debemos tener cuidado, Bill, eres tan adictivo… —Bill sonrió y alzó sus brazos para acariciar las mejillas de Tom.
—Esto fue fantástico… quiero que siempre me acaricies.
—Con prudencia, debemos ser prudentes mi Colibrí… —Bill se alzó para darle un beso en sus labios y Bill tomó su rostro para besarlo con ganas.
Bastaron besos y caricias para que Tom terminara entre espasmos de placer ante la atenta mirada de su hermano menor.
Cada quien regresó a su cama ya muy de noche. Sabían que sería la última noche juntos, pero que quizá era lo mejor.
Al día siguiente, cosa por cosa, fue mudada a la nueva habitación. Y Tom, bastante serio y triste, cerró la puerta de su nueva habitación, pero no podía quitarse de la mente lo que había pasado ayer… al parecer sí, Bill era como un vicio…
Bill, ahora solo en la habitación, no pudo dormir tranquilo, era cierto, se había acostumbrado a Tom demasiado y la disque independencia le costaría mucho.

Esa noche no soñó con aves hermosas y que volaba junto a Tom sobre sus lomos, no, esa noche su sueño fue diferente, soñó por primera vez con la posibilidad de que Tom le hiciera el amor. 
Fin.
n_n ¿Y qué les pareció? Algo complicado creo yo... cuando uno crece las cosas suelen cambiar mucho... no veo futuro para su pequeña relación u_u así que dudo mucho una continuación. Gracias por leer<3 los quiero *-* espero sus comentarios~ 

3 comentarios:

  1. Ya lei... aaaaaaaaaaaah!-suspiro- y como lo dijiste, complicado el asunto de los hermanitos que aprendieron a quererse tanto que al crecer sus alocadas hormonas sazonadas con besos y caricias más alla de lo fraternal llevan a sus progenitores (sobetodo a Simone) a alojarlos en cuartos separados alegando los derechos de independencia y privacidad de cada uno. En conclusión: Relato bello y triste a la vez! Gracias !!! TQM Cuidate :) ♥

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  2. estuvo bien al final :) estoy segura que su amor vencerá barreras :D

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  3. Ufff tenía mucho que no leía algo realmente profundo y hermoso del twincest. Ojala pudieras escribir mucho más al respecto pero se que tu también creces y ya eres una profesional y tienes mucho más compromisos.
    Ojala ese cariño x los twins jamás se acabe.
    Gracias x la linda lectura

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